Keka (parte 1º)

Fernando Maldonado – El fotógrafo y la modelo

Keka era una puta con la U bien alargada, una canción mil veces repetida, un culo rotundo y un cierto misterio. El genio vivo y los ojos grises, los tres lunares en la cara, la impaciencia infinita o el acento rolo en su voz de niña crecida y malhablada, de todo eso guardo memoria vívida, no necesito escuchar la cinta que lleva su nombre ni volver a mirar las cien fotos (ciento una, contando la que Susi se entretuvo una noche en garabatear hasta dejarla inservible) ni los cinco vídeos que conservo de ella para recordar los detalles. Anda, escribe tú ahora que ya me cansé, síguelo que yo me voy a poner un rato con las tetas parriba. Se tumbaba en la moqueta, las piernas muy juntas y muy estiradas, cruzaba las manos sobre el vientre y miraba a la araña con los ojos muy abiertos buscando la inspiración. Entonces el comedor de invitados de mi madrina tenía una moqueta de color verde claro, papel pintado en las paredes y una lámpara de araña envejecida y más bien pequeña que de todas formas le venía grande a la estancia. Entrar en esta casa es como meterse en la cápsula del tiempo, solía decir Keka cuando quedábamos allí para trabajar. Nada que ver con los techos acristalados de los salones, las puertas automáticas y los jardines japoneses de su casa de tres plantas llena de mil detalles que ya tanto añoraba a los escasos dos meses de instalarse en Madrid. En Bogotá no hay nada a medias, man, allí todos somos muy ricos o muy pobres, muy lindos o muy feos, muy buenos o muy cabrones. Leer Más

Mírame el ojo derecho

Coque Malla la tiene pequeña. Pero es buen músico y mejor persona. Y es eso lo que realmente importa ¿verdad? La próxima semana les hablaré de mi querida Keka. Comenzaré también, quiero anunciárselo a todos ustedes, a sondear la disposición de los escritores de mi blogroll para prestarse a colaborar en un pequeño asunto que me traigo entre manos. Espero no verme en la necesidad de usar con ninguno de ellos los métodos de persuasión que Los Ronaldos describían en este ya antiguo y magnífico tema, de tan improbable éxito en los tiempos gazmoños que nos toca vivir. Buen fin de semana para todos. Leer Más

Electroswing

Está bien, mejor que nunca, dejando atrás los años negros. Y sin embargo ha hablado muy poco durante la cena para cuatro, que ella misma ha preparado en mi cocina. Tal vez la cháchara incesante de Rosa ha conseguido aturdirla, o quizá es solo que aún se siente incómoda en mi presencia teniendo a Tinín a su lado. Me ha parecido percibir que ambos han evitado consciente y discretamente cualquier muestra de afecto entre ellos. Esperaba que se ofreciese para cortarme el pelo, pero no lo ha hecho y he preferido no pedírselo, a pesar de que ciertamente me vendría bien, especialmente para los ratos en que hablo con la mareta usando Skype; Carles pasa una par de veces a la semana por Vallvidrera con el portátil para que ella pueda verme, y hasta mi padre se levanta a veces del sillón para asomarse a la webcam y saludarme. Leer Más

Décimas de segundo

En todos mis sueños hay agua. Grises y tormentosos océanos sin horizontes o regatos cristalinos que descienden avivando el verdor de los prados. Acequias y pozos, manantiales, lagos y fuentes y varias veces, cuatro con la de hoy, un mar vertical que toca el cielo y se cierra en una ensenada justo donde a ella se le acaba el pelo, sobre la primera vértebra. Cuando el caudal es propicio para la navegación o el nado, nunca hay playas ni fondeaderos, ni puertos, ni lugar alguno que permita desembarcar o alcanzar la orilla. Teresa me ha perdido varias veces para siempre al pie de un monstruoso acantilado, infinito y sin una sola arista, y en cada despertar lo único que recuerdo son sus lágrimas vertiéndose en el mar, sus angustiosas súplicas para que resistiese un poco más agarrado a su mano, para que no la abandonase aún mientras mi cuerpo interte descendía sin remedio hasta el abismo. Leer Más