El final del verano no tiene por qué ser triste, tonto. Me lo decía echándome a los pies puñaditos desganados de arena, con la esperanza tal vez de diluir en ellos mi melancolía. Hemos tenido mayoría de días buenos, pero la última semana se estropeó y anteayer el mistral asaltó por sorpresa la costa. Tinín, que andaba meditabundo por lo del cierre del Nickjournal, apenas estuvo allí una semana antes de volver al trabajo, pero Julio el comunista se quedó unos días más, preparando cenas deliciosas para tres. Con Susi a solas he estado dos días, uno en la torre, cerrándola, y otro en Barcelona, visitando a los padres y a algún amigo. Leer Más
Trabajar en tus caricias
