A algunos de ustedes, especialmente a quienes tan amablemente escuchan conmigo mis cintas desde el principio o con cierta regularidad, les sonará sin duda la fotografía que encabeza este texto. No le den vueltas: la han visto aquí, en este mismo blog, concretamente en un post de agosto del pasado año. Les dije entonces que, en su momento, sería un placer contarles dónde pasé ese verano, a qué lo dediqué y qué me aconteció durante aquellos plácidos y soleados días. Créanme que lamento defraudar en buena medida las, por otra parte, improbables expectativas, porque todo eso de lo que pretendía hablarles, el relato de mi particular verano de 2010, se quedará solo en la puntita. En primer lugar, porque me resulta ahora un pequeño pero absurdo desperdicio ocupar siquiera unos minutos del verano de todos ustedes hablando de otro que ya se fue. Y en segundo lugar, y de modo destacado, porque he recibido calabazas en toda la regla.
Araceli, Beatriz, Penélope
